El Centro Nacional de Inteligencia, que localizó en Marruecos a su 'agente' y lo convenció para entregarse, pidió ayuda a la Guardia Civil para traerlo a la Región
19.02.10 - 00:55 -
RICARDO FERNÁNDEZ GREGORIO MÁRMOL rfernandez@laverdad.es gmarmol@laverdad.es MURCIA.
Alguna olvidada alarma debió de activarse en algún oscuro despacho del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a finales del mes pasado, cuando un grupo de vecinos de la pequeña localidad cartagenera de El Algar, todos ellos de confesión musulmana, comenzaron a señalar con gesto amenazante al imán de su mezquita. Las imputaciones no eran baladíes: le acusaban de haber abusado sexualmente de cinco niñas, de edades comprendidas entre los seis y los once años, a las que cada tarde impartía clases de Corán en dependencias del centro religioso.
Los destellos de la mencionada alarma estaban alertando, de esta forma, de que un valioso colaborador de los servicios de inteligencia españoles se encontraba en peligro. Y las circunstancias sonaban a conocidas. No iba a ser desde luego la primera vez en la historia del espionaje mundial, ni iba a ser la última, en que un buen agente se va al carajo por no haber sabido controlar sus impulsos sexuales.
El sospechoso de los abusos sexuales, Amin B., de 47 años, había sido hasta ese preciso momento un valioso colaborador del CNI. Fue captado por los agentes de este organismo en los meses posteriores a los atentados del 11-M en Madrid, cuando el estallido de diez bombas en cuatro trenes dejó 191 fallecidos y casi 1.600 heridos y puso de manifiesto que la inteligencia española estaba en mantillas frente a la ya no tan incipiente amenaza del terrorismo yihadista.
Un colaborador relevante
Terrorismo islamista
Desde el momento en que fue captado, según han confirmado a 'La Verdad' fuentes contrastadas de los servicios de inteligencia, este docente musulmán, que durante 18 años ha ejercido su profesión en España sin contratiempos, ha prestado al CNI relevantes servicios, relacionados fundamentalmente con la identificación y control de fieles musulmanes que se habrían significado por su interpretación radical de las enseñanzas del Islam y por sus proclamas en favor de la yihad (guerra santa).
Durante un tiempo ejerció de presidente en una mezquita de Toledo, pero el pasado verano se trasladó a Murcia, probablemente por indicación del CNI, con el aparente propósito de colaborar en el rezo durante el tiempo de Ramadán. Aunque en un principio estaba previsto que su estancia en la Región se prolongase durante sólo unas semanas, lo cierto es que Amin B. y su familia comenzaron a echar raíces en la zona. Por las tardes, el guía religioso se encargaba de impartir la catequesis a un grupo de unos diez niños de la localidad. Y fue a raíz de esos contactos con los menores, y no por razón de la arriesgada labor de espionaje que venía prestando para el CNI, como paradójicamente acabó en primer lugar poniendo en peligro su propia vida -los padres de las víctimas amenazaron con matarlo si lo encontraban-, como ha acabado ingresando en prisión y como, en último término, ha permitido que su condición de colaborador de los servicios secretos haya acabado saliendo a la luz.
Los supuestos excesos en los que incurrió Amin B. se centraron en el grupo de niñas, cinco, a las que habría metido individualmente en uno de los dos despachos de que consta la mezquita para, a continuación, someterlas a tocamientos.
El descubrimiento de esos presuntos hechos por los padres de las menores disparó la tensión entre la comunidad musulmana de El Algar y convenció al imán para poner tierra de por medio.
El día 3 de febrero, agentes del Cuerpo Nacional de Policía destinados en la aduana de Algeciras registran el paso de Amin B. por la frontera. Eran las seis de la mañana y, cuando una hora más tarde embarcó en un ferry con destino a Tánger, su pista parecía definitivamente perdida. Las posibilidades reales de que fuera detenido en Marruecos -la policía de ese país no destaca precisamente por su alto grado de colaboración con las fuerzas de seguridad españolas- y reportado a España para ser juzgado parecían nulas en ese momento.
Verdades a medias
No fue detenido en Murcia
Sorprendentemente, dos semanas más tarde, en la mañana de este miércoles, diversas informaciones empezaron a apuntar a la posibilidad de que el imán buscado por supuestos abusos sexuales hubiera sido detenido en la Región. Así lo aseveró en Cartagena el propio delegado del Gobierno, Rafael González Tovar, quien afirmó que había sido localizado y arrestado en Murcia. Ayer, jueves, un comunicado oficial de la Delegación del Gobierno aún insistía en que Amin B. había sido arrestado en la capital murciana. Los pocos datos que se filtraban desde el entorno de la Guardia Civil indicaban que el imán nunca había llegado a salir de la Región y que había estado perfectamente localizado y controlado hasta el momento de su detención. A la vez, y sin embargo, el gabinete de comunicación del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Murcia desvelaba que, en realidad, el sospechoso se había entregado en la Comandancia de la Guardia Civil.
Nada de ello, en verdad, era estrictamente cierto. Sólo era cierto a medias. O formalmente cierto. Pero tenía poco que ver con lo realmente ocurrido.
Varias fuentes de los servicios de información consultadas por este periódico han confirmado que Amin B. atravesó la frontera por Algeciras el pasado día 3 y se refugió en Marruecos. Allí fue localizado por sus 'controladores' del CNI, que no se resignaban al parecer a que un destacado colaborador acabara perdiéndose irremisiblemente por un escándalo sexual con menores. O que trataban quizás de impedir que el imán pudiera acabar cayendo en manos de la policía o de los servicios secretos marroquíes, con consecuencias desconocidas.
Con argumentos que no han trascendido, pero que las fuentes citadas apuntan a que podrían ir en la línea de apoyarle para tratar de que su estancia en prisión sea lo más breve posible, los servicios secretos lograron convencerle para que regresara a España.
Máximas precauciones
El apoyo de la Guardia Civil
El retorno de Amin B. a la Región se convierte desde ese momento en una cuestión de máxima importancia. El objetivo final es garantizar que está en todo momento vigilado y que el trayecto hasta Murcia se cubre sin incidencias. También, y muy especialmente, evitar que pueda ser accidentalmente detenido por el Cuerpo Nacional de Policía y que, al proceder a interrogarlo o al ponerlo a disposición judicial, el imán sucumba a la tentación de intentar protegerse desvelando que es colaborador del espionaje español.
Desde altas instancias del CNI, que dirige el general Félix Sanz Roldán, se solicitó la colaboración de la Guardia Civil, que no tardó en comprometer su ayuda con sus 'hermanos' del servicio de inteligencia.
El martes por la tarde, agentes de paisano, pertenecientes a los servicios de Información y de la Policía Judicial de la Comandancia de Murcia, se identificaron ante los policías nacionales que vigilaban la frontera de Algeciras. Explicaron brevemente que estaban de servicio y que debían recoger a un pasajero que llegaba en el ferry de Tánger. Subieron al barco y minutos más tarde regresaron con Amin B., quien atravesó limpiamente la frontera tras mostrar su pasaporte al policía del puesto fronterizo. Todo estaba correcto. Según las fuentes consultadas, la orden de detención contra el imán había sido desactivada horas antes.
¿Un juez predeterminado?
No detenido; acompañado
Cuando se inició el viaje de retorno a la Región, en un vehículo sin distintivos oficiales, el imán no estaba formalmente detenido. Sólo acompañaba voluntariamente a los agentes. Éstos no le habían leído sus derechos en Algeciras y así no se veían en la necesidad de llevarlo ante el juez de guardia de esa ciudad.
A continuación, y por razones que tampoco han trascendido, los agentes no pusieron rumbo hacia el cuartel de Cartagena, lo que habría permitido poner al sospechoso al día siguiente a disposición del juzgado cartagenero que desde el principio tiene abiertas diligencias por los presuntos abusos a las niñas.
Lejos de ello, los guardias civiles condujeron sin descanso hasta la Comandancia de Murcia. Es ahí, en esas dependencias, donde se produjo la detención formal de Amin B.; o donde, si se atiende a la versión de la Judicatura, donde el sospechoso se entregó oficialmente.
En la operación, que concluyó con éxito, habían quedado fuera de juego sendos jueces de Algeciras y Cartagena. Amin B. sería entregado en el Palacio de Justicia de Murcia.
Ayer por la mañana, después de pasar la noche en los calabozos de la 322 Comandancia, el imán fue trasladado a presencia de la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia, Miriam Marín, quien le informó de los cargos que se le imputan: en principio, cuatro presuntos delitos de abusos sexuales a menores, pues son cuatro los padres que han acabado presentando denuncia.
Por espacio de una hora, el sospechoso prestó declaración. Según explicó más tarde su abogada, María Dolores Hernández Prieto, negó una y otra vez, de forma rotunda, los hechos que se le atribuyen. Y añadió la letrada que las menores han sido reconocidas por un forense «y no existen daños ni lesiones».
La juez acabó dictando auto de prisión preventiva «como supuesto autor de autor de, al menos, dos delitos de abusos sexuales», y argumentó que existe riesgo de fuga y de que pueda destruir pruebas. En su resolución puso a Amin B., como no podía ser de otro modo, a disposición del Juzgado de Cartagena que conoce del asunto. Será su titular quien decida ahora la suerte inmediata del imán y brillante colaborador, quizás ya ex colaborador, del CNI.
Los destellos de la mencionada alarma estaban alertando, de esta forma, de que un valioso colaborador de los servicios de inteligencia españoles se encontraba en peligro. Y las circunstancias sonaban a conocidas. No iba a ser desde luego la primera vez en la historia del espionaje mundial, ni iba a ser la última, en que un buen agente se va al carajo por no haber sabido controlar sus impulsos sexuales.
El sospechoso de los abusos sexuales, Amin B., de 47 años, había sido hasta ese preciso momento un valioso colaborador del CNI. Fue captado por los agentes de este organismo en los meses posteriores a los atentados del 11-M en Madrid, cuando el estallido de diez bombas en cuatro trenes dejó 191 fallecidos y casi 1.600 heridos y puso de manifiesto que la inteligencia española estaba en mantillas frente a la ya no tan incipiente amenaza del terrorismo yihadista.
Un colaborador relevante
Terrorismo islamista
Desde el momento en que fue captado, según han confirmado a 'La Verdad' fuentes contrastadas de los servicios de inteligencia, este docente musulmán, que durante 18 años ha ejercido su profesión en España sin contratiempos, ha prestado al CNI relevantes servicios, relacionados fundamentalmente con la identificación y control de fieles musulmanes que se habrían significado por su interpretación radical de las enseñanzas del Islam y por sus proclamas en favor de la yihad (guerra santa).
Durante un tiempo ejerció de presidente en una mezquita de Toledo, pero el pasado verano se trasladó a Murcia, probablemente por indicación del CNI, con el aparente propósito de colaborar en el rezo durante el tiempo de Ramadán. Aunque en un principio estaba previsto que su estancia en la Región se prolongase durante sólo unas semanas, lo cierto es que Amin B. y su familia comenzaron a echar raíces en la zona. Por las tardes, el guía religioso se encargaba de impartir la catequesis a un grupo de unos diez niños de la localidad. Y fue a raíz de esos contactos con los menores, y no por razón de la arriesgada labor de espionaje que venía prestando para el CNI, como paradójicamente acabó en primer lugar poniendo en peligro su propia vida -los padres de las víctimas amenazaron con matarlo si lo encontraban-, como ha acabado ingresando en prisión y como, en último término, ha permitido que su condición de colaborador de los servicios secretos haya acabado saliendo a la luz.
Los supuestos excesos en los que incurrió Amin B. se centraron en el grupo de niñas, cinco, a las que habría metido individualmente en uno de los dos despachos de que consta la mezquita para, a continuación, someterlas a tocamientos.
El descubrimiento de esos presuntos hechos por los padres de las menores disparó la tensión entre la comunidad musulmana de El Algar y convenció al imán para poner tierra de por medio.
El día 3 de febrero, agentes del Cuerpo Nacional de Policía destinados en la aduana de Algeciras registran el paso de Amin B. por la frontera. Eran las seis de la mañana y, cuando una hora más tarde embarcó en un ferry con destino a Tánger, su pista parecía definitivamente perdida. Las posibilidades reales de que fuera detenido en Marruecos -la policía de ese país no destaca precisamente por su alto grado de colaboración con las fuerzas de seguridad españolas- y reportado a España para ser juzgado parecían nulas en ese momento.
Verdades a medias
No fue detenido en Murcia
Sorprendentemente, dos semanas más tarde, en la mañana de este miércoles, diversas informaciones empezaron a apuntar a la posibilidad de que el imán buscado por supuestos abusos sexuales hubiera sido detenido en la Región. Así lo aseveró en Cartagena el propio delegado del Gobierno, Rafael González Tovar, quien afirmó que había sido localizado y arrestado en Murcia. Ayer, jueves, un comunicado oficial de la Delegación del Gobierno aún insistía en que Amin B. había sido arrestado en la capital murciana. Los pocos datos que se filtraban desde el entorno de la Guardia Civil indicaban que el imán nunca había llegado a salir de la Región y que había estado perfectamente localizado y controlado hasta el momento de su detención. A la vez, y sin embargo, el gabinete de comunicación del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Murcia desvelaba que, en realidad, el sospechoso se había entregado en la Comandancia de la Guardia Civil.
Nada de ello, en verdad, era estrictamente cierto. Sólo era cierto a medias. O formalmente cierto. Pero tenía poco que ver con lo realmente ocurrido.
Varias fuentes de los servicios de información consultadas por este periódico han confirmado que Amin B. atravesó la frontera por Algeciras el pasado día 3 y se refugió en Marruecos. Allí fue localizado por sus 'controladores' del CNI, que no se resignaban al parecer a que un destacado colaborador acabara perdiéndose irremisiblemente por un escándalo sexual con menores. O que trataban quizás de impedir que el imán pudiera acabar cayendo en manos de la policía o de los servicios secretos marroquíes, con consecuencias desconocidas.
Con argumentos que no han trascendido, pero que las fuentes citadas apuntan a que podrían ir en la línea de apoyarle para tratar de que su estancia en prisión sea lo más breve posible, los servicios secretos lograron convencerle para que regresara a España.
Máximas precauciones
El apoyo de la Guardia Civil
El retorno de Amin B. a la Región se convierte desde ese momento en una cuestión de máxima importancia. El objetivo final es garantizar que está en todo momento vigilado y que el trayecto hasta Murcia se cubre sin incidencias. También, y muy especialmente, evitar que pueda ser accidentalmente detenido por el Cuerpo Nacional de Policía y que, al proceder a interrogarlo o al ponerlo a disposición judicial, el imán sucumba a la tentación de intentar protegerse desvelando que es colaborador del espionaje español.
Desde altas instancias del CNI, que dirige el general Félix Sanz Roldán, se solicitó la colaboración de la Guardia Civil, que no tardó en comprometer su ayuda con sus 'hermanos' del servicio de inteligencia.
El martes por la tarde, agentes de paisano, pertenecientes a los servicios de Información y de la Policía Judicial de la Comandancia de Murcia, se identificaron ante los policías nacionales que vigilaban la frontera de Algeciras. Explicaron brevemente que estaban de servicio y que debían recoger a un pasajero que llegaba en el ferry de Tánger. Subieron al barco y minutos más tarde regresaron con Amin B., quien atravesó limpiamente la frontera tras mostrar su pasaporte al policía del puesto fronterizo. Todo estaba correcto. Según las fuentes consultadas, la orden de detención contra el imán había sido desactivada horas antes.
¿Un juez predeterminado?
No detenido; acompañado
Cuando se inició el viaje de retorno a la Región, en un vehículo sin distintivos oficiales, el imán no estaba formalmente detenido. Sólo acompañaba voluntariamente a los agentes. Éstos no le habían leído sus derechos en Algeciras y así no se veían en la necesidad de llevarlo ante el juez de guardia de esa ciudad.
A continuación, y por razones que tampoco han trascendido, los agentes no pusieron rumbo hacia el cuartel de Cartagena, lo que habría permitido poner al sospechoso al día siguiente a disposición del juzgado cartagenero que desde el principio tiene abiertas diligencias por los presuntos abusos a las niñas.
Lejos de ello, los guardias civiles condujeron sin descanso hasta la Comandancia de Murcia. Es ahí, en esas dependencias, donde se produjo la detención formal de Amin B.; o donde, si se atiende a la versión de la Judicatura, donde el sospechoso se entregó oficialmente.
En la operación, que concluyó con éxito, habían quedado fuera de juego sendos jueces de Algeciras y Cartagena. Amin B. sería entregado en el Palacio de Justicia de Murcia.
Ayer por la mañana, después de pasar la noche en los calabozos de la 322 Comandancia, el imán fue trasladado a presencia de la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia, Miriam Marín, quien le informó de los cargos que se le imputan: en principio, cuatro presuntos delitos de abusos sexuales a menores, pues son cuatro los padres que han acabado presentando denuncia.
Por espacio de una hora, el sospechoso prestó declaración. Según explicó más tarde su abogada, María Dolores Hernández Prieto, negó una y otra vez, de forma rotunda, los hechos que se le atribuyen. Y añadió la letrada que las menores han sido reconocidas por un forense «y no existen daños ni lesiones».
La juez acabó dictando auto de prisión preventiva «como supuesto autor de autor de, al menos, dos delitos de abusos sexuales», y argumentó que existe riesgo de fuga y de que pueda destruir pruebas. En su resolución puso a Amin B., como no podía ser de otro modo, a disposición del Juzgado de Cartagena que conoce del asunto. Será su titular quien decida ahora la suerte inmediata del imán y brillante colaborador, quizás ya ex colaborador, del CNI.