La Eurocámara vota el jueves el nuevo acuerdo comercial con Marruecos, que golpea de lleno a la rentabilidad del campo murciano
13.02.12 - 00:48 -
JUAN CARLOS HERNÁNDEZ | MURCIA./ la Verdad
El campo murciano encara la semana más decisiva de su historia moderna. Mañana, el Parlamento Europeo debatirá el nuevo tratado comercial entre Marruecos y la UE, que será sometido a votación el jueves al mediodía. Se trata de un acuerdo que supone un desarme arancelario frente a los mismos productos que genera la agricultura regional, lo que pone en peligro a 65.000 puestos de trabajo directos -40.000 en cooperativas y 25.000 en empresas agrarias-, así como la renta de casi 10.000 agricultores profesionales.
Tras la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, todo acuerdo comercial con terceros países requiere la ratificación del pleno de la Eurocámara. Por ello, la votación que tendrá lugar este jueves se ha convertido en la última esperanza por parte de las empresas y cooperativas agrarias de la Región. La patronal murciana Proexport recuerda que hay un precedente: el acuerdo pesquero con Rabat fue 'tumbado' por los europarlamentarios el pasado 14 de diciembre.
Pero la situación no invita esta vez al optimismo. A excepción del grueso de eurodiputados españoles (54 escaños de los 754 de la Eurocámara) y de los partidos de la Izquierda Unitaria Europea y los Verdes -dos formaciones que suman apenas 64 miembros-, el resto de parlamentarios no se ha pronunciado públicamente en contra.
De hecho, los eurodiputados no españoles del Partido Popular Europeo (PPE) y los Socialistas y Demócratas europeos (S&D) darán el sí al acuerdo, lo mismo que los liberales (ALDE), según ya han anunciado sus portavoces.
El acuerdo propuesto por la Comisión Europea otorga concesiones para la entrada sin arancel de frutas y verduras marroquíes, que suponen el 55% del volumen total pero también el 80% del valor de las exportaciones agrarias de ese país. A cambio, Rabat hará lo mismo con el 45% de las importaciones desde la UE; sobre todo, productos industriales.
El texto prevé un incremento del cupo de tomate marroquí con régimen arancelario especial, que pasaría de 233.000 toneladas anuales a 285.000 en 2014, distribuidas entre octubre y mayo (justo los meses más importantes para la producción murciana y que no afectan a Holanda, Francia e Italia, puesto que producen entre primavera y verano).
Asimismo, la cuota de calabacín, ascendería de 25.000 a 50.000 toneladas; la de pepino, de 5.600 a 15.000 toneladas; la de clementinas, de 130.000 a 175.000 toneladas, y la de ajo, de 1.000 a 1.500 toneladas.
Tales cantidades están libres de aranceles siempre que sus precios de entrada no sean inferiores a una cantidad fijada por Bruselas (46 céntimos el kilo en el caso del tomate, cuando el coste medio en la Región no baja de 50 céntimos).
Pero lo peor para Murcia es que plantea también la apertura total de fronteras y sin precio de entrada para melón, sandía, pimiento, judía y limón, así como apertura pero con precio durante un determinado período para alcachofa, melocotón y naranja. Esto es, todos los productos esenciales para la rentabilidad de la agricultura regional.
Para hacerse una idea del impacto que supondrá el nuevo acuerdo, las organizaciones agrarias ponen como ejemplo lo sucedido con el tomate, que sirvió de 'ariete' a los exportadores marroquíes para hacerse un creciente hueco en el mercado comunitario. Antes del primer acuerdo comercial con Rabat, en 1994, esta hortaliza era el buque insignia de la agricultura regional. Murcia, Almería y Canarias monopolizaban el abastecimiento a la UE durante otoño e invierno. La producción era tan abundante y rentable que las conserveras murcianas se permitían comercializar 70.000 toneladas anuales de tomate pelado y 20.000 de tomate concentrado (para hacer ketchup).
Hoy día es el producto que más retroceso ha sufrido en las exportaciones murcianas. Según Proexport, de 127.179 toneladas de tomate fresco comercializadas en el exterior en la temporada 2006-2007 (va de octubre a septiembre) se pasó a 124.517 toneladas en la temporada 2007-2008, y a 106.750, en la campaña 2008-2009. Durante el periodo 2009-2010, el volumen bajó a 94.902 toneladas y en la última campaña se quedó en 72.741 toneladas. Por su parte, Marruecos tiene capacidad para colocar en el mercado comunitario hasta 90.000 toneladas en un solo mes, con el consiguiente hundimiento del mercado, cosa que ocurrió el año pasado.
Cierre de empresas
En suma, Murcia ha dejado de exportar 54.432 toneladas de tomate respecto a hace cinco años debido a la presión marroquí, equivalente a la carga de más de 3.800 camiones frigoríficos. En la actualidad, solo las grandes empresas se permiten este cultivo (de 3.000 hectáreas plantadas, solo 150 están en manos de cooperativistas), algunas de las cuales no han dudado en producir al otro lado del Estrecho. En Mazarrón había más de una docena de empresas exportadoras de tomate. Ahora quedan dos. Además, la producción de tomate en conserva es un recuerdo en la Región.
En cuanto a empleo, de más de 15.000 puestos directos relacionados con el tomate en los noventa se ha pasado a 8.100 el año pasado, de acuerdo con la Federación de Cooperativas Agrarias (Fecoam). José María Pozancos, director de la federación de exportadores Fepex, es más explícito: «Por cada 1.000 toneladas que dejamos de exportar, se pierden 50 empleos».
Si eso ha ocurrido con los cupos de tomate sin arancel, ¿que sucederá con los productos que tendrán entrada libre sin limitación de volumen, como el melón, la sandía, el pimiento o el limón?
La principal baza del reino alauí es bien conocida. En el campo marroquí, el salario diario es de 55,12 dinares, 4,8 euros. Menos de lo que un jornalero en Murcia cobra por una hora de trabajo. Es lo que los sindicatos agrarios Coag, UPA y Asaja llaman 'dumping social', que recuerdan que el salario agrario en España oscila entre 50 y 60 euros diarios.
Por si fuera poco, Fecoam resalta que los productores marroquíes no están sometidos a las restricciones que padecen los agricultores murcianos en cuanto a coste del agua, requisitos ambientales, abonado y desinfección de tierras y empleo de plaguicidas, lo que redunda en una mayor productividad y competitividad de las exportaciones del país vecino.
¿En que se traduce todo ello? «En que el precio medio de exportación del tomate español fue en enero de 85 céntimos, mientras que Marruecos lo vendió a 46 céntimos», explica Pozancos.
A estos bajos costos se añade una acelerada modernización de las explotaciones agrarias del país vecino, que ha permitido que cuente ya con 17.000 hectáreas de invernadero. La mayor parte se concentra en Agadir, Larache y Tánger. En Murcia, en cambio, la superficie ha retrocedido: de 5.896 hectáreas que había en 2009 se ha pasado a 4.969, de acuerdo con los últimos datos de la Consejería de Agricultura. Precisamente, donde más ha mermado ha sido en los municipios productores de tomate: Mazarrón (405 hectáreas menos), Águilas (136 hectáreas) y Lorca (118 hectáreas).
Por otro lado, el reino alauí está volcado en un ambicioso programa de irrigación (Plan Maroc Vert), que incluye la construcción de pequeñas presas (50 al año) y balsas de riego.
Este plan aspira a multiplicar por 2,5 el valor añadido del sector agrícola marroquí durante el presente decenio, lo que supondría pasar a producir 3,7 millones de toneladas de cítricos en lugar de 1,5 (Murcia produce una media de 550.000 toneladas); obtener 4,2 millones de toneladas de aceituna frente al millón actual (47.000 toneladas en Murcia), así como 10 millones de toneladas de frutas y hortalizas por los 4,4 actuales (la media de producción murciana es de 2,1 millones). Dinero no faltará, gracias a la táctica de arrendar tierras a multinacionales.
El sindicato Asaja advierte de que la intención de Rabat es aprovechar la liberalización hortofrutícola para incrementar sus exportaciones agrarias un 340%.
Si se cumplen tales expectativas se perdería el motor de creación de empleo que aún tiene la Región. Un colectivo de 65.000 personas hace de Murcia la tercera comunidad del país con trabajadores agrícolas, solo por detrás de Andalucía y Extremadura. Su futuro depende de una votación en Estrasburgo.