César Jiménez, El Fandi y Antonio Puerta se llevarón los máximos trofeos en un festejo en el que el público se divirtió
20.02.11 - 22:43 -
El festival taurino con picadores a beneficio de la AECC llegaba esta tarde a su decimoséptima edición. El festejo celebrado en La Condomina pronto tomó el camino del éxito. En lo económico porque la entrada superó la del año pasado, con los tendidos casi llenos, logréndose el primer y principal objetivo de este festival con picadores, y en lo artístico porque durante las tres horas y media de festejo fueron ocurriendo en el ruedo cosas que mantuvieron el interés del público, que se divirtió.
Ayudó el juego de los toros, con uno de rejones excelente de Fermín Bohórquez y otros seis de Buenavista, con movilidad, siendo complicadísimo el que le tocó a Rafaelillo, mansito, el útlimo, bravo el segundo, bueno para el torero el sexto y toreables el resto.
Abrió plaza el jovencísimo rejoneador Leonardo Hernández quien demostró que está preparado para competir con los mejores. Cambió el primer tercio con sólo un rejón de castigo y aprovechó la buena condición de su oponente en banderillas con pares al quiebro a lomos de Verdi, otro fenomenal a dos manos y una rueda de cortas al violín espectacular. Su faena tuvo mucha transmisión y, tras un rejón entero algo trasero tuvo que echar pie a tierra para descabellar.
La lidia a pie la inició El Cordobés, un clásico en estos festejos. El correspondió en suerte un cinqueño bravo al que recibió con un numeroso ramillete de verónicas. El tercio de varas se saldó con dos puyazos. Manuel, siempre sonriente, brindó al respetable, el toro reipitió en las primeras series tomando por abajo la muleta, hasta que la faena derivó en el repertorio más heterodoxo de El Cordobés, con saltos de la rana incluidos. Todo ello ya bajo un tendido de sol complacido por el torero. Mató de estocada algo trasera.
Buena condición, sobre todo por el pitón izquierdo, tuvo también el siguiente buenavista, que soportó una voltereta y un fuerte puyazo. Muchas líneas, después de un buen inició rodilla en tierra, tiró Paquirri, que así se anuncia el mayor de los Rivera Ordóñez. El público estuvo con él y se entonó en el broche de faena, con naturales a pies juntos mirando al tendido. Después de un pinchazo cobró una estocada desprendida suficiente.
El garbanzo negro de Clotilde se lo llevó Rafaelillo, un toro corto de cuello y malas intenciones que quiso coger al torero en varios lances de la lidia. Embistió con genio el asadao y Rafaelillo estuvo dispuesto en una faena plena de verdad. Esfuerzo del murciano ante los suyos, aguantando tarascadas con firmeza sin que el toro nunca estuviera metido en la muleta. Pinchó en tres ocasiones y acertó al segundo descabello limitando su premio a una solitaria oreja.
Tras el descanso la tarde se embaló en trofeos. Fandi dibujó una media de nota al quinto, brilló en banderillas con un par al violín por los adentros y una vuelta al ruedo corriendo de espaladas para parar al toro seguida con fervor. El dominio de la situación del granadino fue total, haciendo que el torear parezca fácil. Hizo al toro mejor de lo que era, ligó las tandas con soltura y animó el cotarro con molinetes y pases de rodillas. Una estocada caída hizó rodar al astado desatándose una petición abrumadora.
César Jiménez firmó la faena más completa de la tarde a un toro muy noble. Se lució de capa en un quite por chicuelinas y comenzó su faena de muleta toreando de rodillas. Hubo temple y buen pulso en las tandas con ambas manos, perfecto en los toques y elegante en las formas. Rubricó su artística obra con una estocada contraria y un descabello.
El novillero Antonio Puerta tiene valor. Se fue a portagayola, recetó tres largas cambiadas, y toreó a la verónica en los medios. El toro manseó en la faena de muleta iniciada con el pase cambiado en el centro del platillo. Puerta se ganó a la gente con el toreo de cercanías junto a tablas en el epílogo del trasteo.