850.000 personas, según Policía Local, se dejan arrastrar por la marea sardinera
Ochocientas mil personas, según la Policía Local, se echaron ayer a las calles con ánimo festivo para participar en ese ritual ya tan característico del Entierro de la Sardina que consiste en acercarse a las carrozas a pedir un juguete o competir por alcalzar al vuelo los numerosos y constantes objetos que se arrojaban desde las carrozas de los grupos sardineros que simbolizan a los dioses del Olimpo. A pesar del chaparrón, la cabeza del desfile salió puntual del Infante Juan Manuel. La ciudad estaba colapsada por los cuatros costados y los chorros de gente y sus ganas de fiesta espantaron las nubes más negras.
Murcia era un mar de sensaciones, de colorido y de belleza, de música y de magia. El cortejo sardinero tenía al frente al grupo 'Águilas Doradas' de México con sus pegadizos trombones y trompetas y sus contagiosos movimientos de baile, a los que le seguían los granaderos y hachoneros de la Agrupación Sardinera, con el embrujo del fuego multicolor, y las charangas musicales y comparsas como las 'Aves del Paraíso' de Torrevieja o las de la Musa del Carnaval de Águilas. Los niños, que iban a lo suyo, disfrutaban de lo lindo con los gigantes y cabezudos y con ese enorme elefante gigante hindú y su grupo de cebras y jirafas, y el famoso dragón de Conte y sus peripecias, así como con los diablillos.
Entre el ir y venir de gentes en todo el recorrido, de un lado a otro como pitando voy, pitando vengo, como diría un seguidor del viejo Hemingway, Murcia era una fiesta.
La diversión estaba garantizada con el espectáculo 'Carros de Foc', con las banderas voladoras de la Associazione Sbandieratori Arezzo, de La Toscana, y con la música en directo de un grupo que homenajeaba a Whitney Houston. El plato fuerte y picante era el de 'Las Diosas del Olimpo', las bellas chicas vestidas de guerreras, junto a la diosa Espartana, apenas sin ropa, casi encueritatis, con pinturas en sus partes. Ya lo decía la canción: 'Ah, las chicas son guerreras'. Y después del paso de la Banda de Música de Los Alcázares, llegaba la segunda parte del desfile, con sus carrozas y sus hachoneros, que abría el grupo Diana Cazadora, cerrando la comitiva el de Morfeo, y se montaba el gran pollo. Cientos de personas alzaban los brazos, entre los naturales empujones, tratando de conseguir juguetes, y como siempre la pieza más cotizada para los niños era coger uno de los diez mil balones que repartían, en este caso con la inscripción: «No te olvides de Lorca». Tras el largo desfile, en la cerrada madrugada, tuvo lugar la quema de la sardina, un colosal y emotivo broche final para estas Fiestas de Primavera.