miércoles, 10 de junio de 2009

REGIÓN/ MIGUEL ÁNGEL CÁRCELES ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE LA DIÓCESIS DE CARTAGENA

La Verdad
«Los cambios serán mínimos para no condicionar al nuevo obispo»
«La acción caritativa de la Iglesia se ha multiplicado por diez por la crisis»
Recuerda que su cargo de administrador apostólico de la Diócesis de Cartagena es transitorio y no desea tomar decisiones que condicionen al próximo obispo. Miguel Ángel Cárceles, que asumió las riendas del Obispado a finales de abril, señala en esta entrevista a La Verdad, realizada mediante cuestionario, que su interés es darle continuidad a las directrices que dejó monseñor Reig Pla. Apunta que no tiene nada que opinar sobre la Universidad Católica de Murcia, cuya polémica le costó el puesto a Reig Pla, y sí entra a considerar las consecuencias del aborto, de la píldora del días después y de la crisis económica. Recuerda por un lado las pautas marcadas por la Conferencia Episcopal Española, y por otro lado la labor de Cáritas y Jesús Abandonado, que han multiplicado por diez sus ayudas a los necesitados.
-¿Cuáles son sus impresiones sobre la situación de la Diócesis de Cartagena? ¿Qué aspectos ha encontrado más urgentes en sus primeras semanas al frente como administrador apostólico?
-Como usted sabe, mi anterior cargo era de vicario general, por lo que la mayoría de los asuntos ya me eran conocidos. Lo que es nuevo es la responsabilidad. Antes descansaba muchas decisiones en la persona de nuestro reciente señor obispo, y ahora tengo que enfrentarme a ellas, con la ayuda de Dios y de otros hermanos sacerdotes, pero como última instancia. Respecto a cuestiones que ocupan mi atención, se pueden resumir diciendo que mi interés es dar continuidad a las directrices de monseñor Reig Pla, al que recordamos con tanto agradecimiento y afecto, por lo que la mayoría de las cuestiones de estas semanas estaban ya incoadas bajo su gobierno.
-¿Piensa hacer algún cambio o nombramiento?
-Indudablemente será necesario acometer soluciones que impliquen algún cambio o nombramiento de cargos. Pero serán los mínimos imprescindibles. También para no condicionar al señor obispo que sea nombrado, cuando lo considere oportuno la Santa Sede, de modo que tenga la máxima libertad al llegar a la Diócesis de Cartagena.
-¿Ve a los murcianos interesados en las cuestiones de fe y moral?
-La ola mundial de laicismo y relativismo afecta también a nuestra Diócesis. No obstante, como sacerdote, yo me alegro de ejercer mi ministerio aquí, en nuestra iglesia diocesana. La religiosidad popular está evidentemente viva y extendida. La participación en los sacramentos principales (bautismo, comunión, matrimonio) es muy alta, al menos en comparación con otros lugares. El número de sacerdotes, aunque ha disminuido, se mantiene en unas cifras muy aceptables. Nuestro Seminario está entre los más concurridos de España... Debemos dar gracias a Dios por la Iglesia que nos ha tocado en suerte, y esforzarnos por mejorarla con su ayuda. En cuanto a los fieles laicos, son numerosos y activos. La familia, aquí, ha sido menos maltratada y las personas disponen, por eso, de un resguardo que les proporciona seguridad y afecto. Esto les hace más capaces de captar el mensaje evangélico, cuyo núcleo fundamental es la caridad. El individualismo rabioso, que se ve en tantos sitios, es un gran enemigo del hombre como persona y como sujeto religioso.
-¿Y qué opina de los actuales temas sociales, como el aborto y la píldora del día después?
-Como simple católico sigo las indicaciones de la Iglesia; y como administrador apostólico, con mucha más razón. Acerca del aborto voluntario le recuerdo que el Concilio Vaticano II afirma que es «un crimen abominable». La Iglesia, como usted. sabe, defiende los verdaderos derechos del hombre, en particular el derecho a la vida. Sobre la píldora del día siguiente le remito a la nota de la Conferencia Episcopal Española, donde dice que «se trata de un fármaco que no sirve para curar ninguna enfermedad, sino para acabar con la vida incipiente de un ser humano. Su empleo es un método abortivo en la intención y en el efecto posible. Lo que objetivamente se persigue es, pues, un aborto precoz, aunque tal aborto sólo se produzca efectivamente en el caso de que las relaciones sexuales hubieran sido fecundas». La Conferencia Episcopal apunta que el embarazo comienza con la fecundación, no con la anidación. «El óvulo fecundado ya es un ser humano, distinto de la madre, que empieza a vivir su propia vida en las fases previas a su anidación en el útero materno. Es verdad que su viabilidad es entonces más baja que en las etapas posteriores de su existencia y muchos embriones incipientes se malogran de modo natural. Pero esto no autoriza a nadie a eliminarlos consciente y voluntariamente. Todos hemos pasado por esa situación de debilidad vital y agradecemos que nadie haya puesto fin en aquellos momentos al curso natural de nuestra vida, impidiéndonos llegar a ver la luz. Eso habría sido un crimen. La vida humana ha de ser respetada y protegida siempre; con mayor esmero, si cabe, cuando más débil es y más a merced está del cuidado ajeno».
-¿Y respecto a la política social del Gobierno de la nación?
-¿Qué puedo decirle? Probablemente no es la mejor que podría elegirse, pero desconozco cuál sería la óptima. En todo caso no es mi función, como administrador de esta Iglesia, inmiscuirme en asuntos políticos. La misión de la Iglesia es primordialmente sobrenatural; aunque, como es lógico, defiende la justicia y el bienestar social como elementos básicos de un auténtico progreso humano.
-Hay otros retos planteados fruto de la crisis económica, que hace que aumente el número de familias necesitadas. ¿Cómo ve estos problemas y sus soluciones?
-La crisis económica nos preocupa a todos. La solución, me parece que no la conocen ni los gobiernos ni los organismos internacionales. Puede, en todo caso, hablarse de soluciones de aspectos parciales. Y ahí sí que la Iglesia se preocupa y se ocupa. Múltiples organizaciones e instituciones de la Iglesia salen al paso de necesidades concretas de familias o de personas, de parados, de inmigrantes... Cáritas está haciendo el máximo esfuerzo. De igual modo, Jesús Abandonado es un ejemplo modélico de atención a necesidades perentorias. Según mis informaciones, la acción caritativa de la Iglesia en los últimos meses se ha multiplicado por diez o más. Alimentos, ropa y ayudas para necesidades básicas alcanzan cifras que hacía muchos años que no se veían. Todo ello es un mal indicio de la situación general; pero también es una alegría poder contribuir al alivio de muchos problemas.
-Quería también preguntarle por un problema que existía: la relación del Obispado con la Universidad Católica San Antonio.
-Sobre este asunto, la verdad es que no tengo nada que decir.