El Plan contra las Avenidas ha reducido las inundaciones, pero hay zonas de alto riesgo por la ocupación del suelo con cultivos y los efectos de la minería
Municipios del litoral acogen los cauces más difíciles de 'domesticar' ante las lluvias torrenciales
Municipios del litoral acogen los cauces más difíciles de 'domesticar' ante las lluvias torrenciales
José Alberto González / Cartagena / La Verdad
Las ramblas, como los ríos, tienen memoria. Por eso, las aguas buscan siempre su cauce natural sin importarles la alteración del terreno por la mano del hombre. En la Región de Murcia, el Plan General de Defensa contra las Avenidas en la Cuenca del Segura ha logrado 'domesticar' la mayoría de los cauces, pero en varios municipios del litoral aún hay cauces que se desbordan casi todos los años por las lluvias torrenciales. Los principales factores que lo explican son la ocupación de zonas inundables con cultivos, invernaderos, casas o naves industriales, así como las dificultades para revegetar zonas deterioradas por los vertidos mineros.
Los graves daños materiales causados en Mazarrón, Águilas y otras localidades por el temporal de los últimos días no son más que un nuevo capítulo en la dramática y, en no pocas ocasiones, trágica historia de las recientes inundaciones en Murcia. Y, a pesar de los avances de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) y otras administraciones públicas para corregir la situación, aún queda tarea. Y otro otoño, con la amenaza de la gota fría, se echa encima.
Las impactantes imágenes de una docena de coches arrastrados hasta el mar a través de la aguileña rambla de Las culebras pueden hasta verse con alivio al recordar que, en menos de un mes, el 16 de septiembre se cumplirá un año de la muerte en Torre Pacheco de una joven a la que una riada arrastró su coche a una balsa de riego.
El comisario de aguas de la CHS, Manuel Aldeguer, resume la situación en que cuando llueve «las ramblas buscan lo suyo, su territorio». Aldeguer explica que en la zona de Águilas y Lorca hay muchas ramblas pequeñas, pero con mucha pendiente al nacer en montes cercanos al mar. La que más sobresaltos suele dar es la de Las Moreras, que recoge los aportes de la zona de Totana y del río Guadalentín y cuya capacidad es «apabullante»: hasta 1.200 metros cúbicos por segundo.
El efecto del ácido sulfúrico
En cuanto a zonas como Mazarrón y La Unión, el pasado minero ha dejado como herencia una escasez de vegetación en los cauces que permite al agua bajar aún con más fuerza hasta el Mediterráneo o el Mar Menor. El arrastre de minerales durante décadas 'quemó' la riqueza vegetal de muchas zonas.
La solución es complicada, porque cuando llueve el agua se mezcla con residuos mineros y forma ácido sulfúrico. La CHS trabaja con expertos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) en un proyecto para desarrollar métodos que permitan revegetar algunos tramos y luchar, a la vez, contra el altísimo grado de acidez del suelo.
Además, está en conversaciones con la Comunidad Autónoma para hacer plantaciones en la ribera de varios cauces aprovechando los fondos Feder de la Unión Europea. Un obstáculo añadido es que en algunas zonas es literalmente imposible plantar arbustos o árboles porque el suelo es rocoso.
La extensión de los regadíos gracias a las obras del postrasvase Tajo-Segura y la construcción de balsas de riego en los últimos treinta años es la otra gran clave que explica por qué no es raro que se desborden ramblas como las de Miranda o El Albujón, que atraviesan el Campo de Cartagena y acaban en el Mar Menor.
«Lo que antes eran ramblizos ahora son cultivos por los que las escorrentías lo anegan todo. El agua horada el suelo por la falta de redes de drenajes y entonces llegan los desbordamientos», comenta Manuel Aldeguer.
Sólo en la limpieza y el acondicionamiento de cauces, entre otras cosas con taludes, la Confederación ha invertido en los últimos años unos 22 millones de euros.
Taludes y tuberías
Lo ha hecho en cauces como Cobatillas (San Javier), Fuente Fresca (Moratalla) o Corvera, Reguerón y La Alberca (Murcia). A raíz del reciente temporal, esta semana está actuando en Librilla y Ceutí, para retirar árboles caídos y piedras arrastradas, respectivamente; así como en la rambla del Hornillo de Jumilla.
Por ejemplo, a través del Plan E en la rambla cartagenera de Galifa ha actuado para acabar con los cortes de tráfico y la incomunicación de varios pueblos que solía conllevar la inundación de la carretera E-21. El proyecto ha incluido obras como rebajar la rasante de la rambla aguas arriba, colocar tubos de hormigón por debajo de la carretera, hacer muros de hormigón y escollera de piedra y proteger un camino que llega hasta un caserío.
Las ramblas, como los ríos, tienen memoria. Por eso, las aguas buscan siempre su cauce natural sin importarles la alteración del terreno por la mano del hombre. En la Región de Murcia, el Plan General de Defensa contra las Avenidas en la Cuenca del Segura ha logrado 'domesticar' la mayoría de los cauces, pero en varios municipios del litoral aún hay cauces que se desbordan casi todos los años por las lluvias torrenciales. Los principales factores que lo explican son la ocupación de zonas inundables con cultivos, invernaderos, casas o naves industriales, así como las dificultades para revegetar zonas deterioradas por los vertidos mineros.
Los graves daños materiales causados en Mazarrón, Águilas y otras localidades por el temporal de los últimos días no son más que un nuevo capítulo en la dramática y, en no pocas ocasiones, trágica historia de las recientes inundaciones en Murcia. Y, a pesar de los avances de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) y otras administraciones públicas para corregir la situación, aún queda tarea. Y otro otoño, con la amenaza de la gota fría, se echa encima.
Las impactantes imágenes de una docena de coches arrastrados hasta el mar a través de la aguileña rambla de Las culebras pueden hasta verse con alivio al recordar que, en menos de un mes, el 16 de septiembre se cumplirá un año de la muerte en Torre Pacheco de una joven a la que una riada arrastró su coche a una balsa de riego.
El comisario de aguas de la CHS, Manuel Aldeguer, resume la situación en que cuando llueve «las ramblas buscan lo suyo, su territorio». Aldeguer explica que en la zona de Águilas y Lorca hay muchas ramblas pequeñas, pero con mucha pendiente al nacer en montes cercanos al mar. La que más sobresaltos suele dar es la de Las Moreras, que recoge los aportes de la zona de Totana y del río Guadalentín y cuya capacidad es «apabullante»: hasta 1.200 metros cúbicos por segundo.
El efecto del ácido sulfúrico
En cuanto a zonas como Mazarrón y La Unión, el pasado minero ha dejado como herencia una escasez de vegetación en los cauces que permite al agua bajar aún con más fuerza hasta el Mediterráneo o el Mar Menor. El arrastre de minerales durante décadas 'quemó' la riqueza vegetal de muchas zonas.
La solución es complicada, porque cuando llueve el agua se mezcla con residuos mineros y forma ácido sulfúrico. La CHS trabaja con expertos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) en un proyecto para desarrollar métodos que permitan revegetar algunos tramos y luchar, a la vez, contra el altísimo grado de acidez del suelo.
Además, está en conversaciones con la Comunidad Autónoma para hacer plantaciones en la ribera de varios cauces aprovechando los fondos Feder de la Unión Europea. Un obstáculo añadido es que en algunas zonas es literalmente imposible plantar arbustos o árboles porque el suelo es rocoso.
La extensión de los regadíos gracias a las obras del postrasvase Tajo-Segura y la construcción de balsas de riego en los últimos treinta años es la otra gran clave que explica por qué no es raro que se desborden ramblas como las de Miranda o El Albujón, que atraviesan el Campo de Cartagena y acaban en el Mar Menor.
«Lo que antes eran ramblizos ahora son cultivos por los que las escorrentías lo anegan todo. El agua horada el suelo por la falta de redes de drenajes y entonces llegan los desbordamientos», comenta Manuel Aldeguer.
Sólo en la limpieza y el acondicionamiento de cauces, entre otras cosas con taludes, la Confederación ha invertido en los últimos años unos 22 millones de euros.
Taludes y tuberías
Lo ha hecho en cauces como Cobatillas (San Javier), Fuente Fresca (Moratalla) o Corvera, Reguerón y La Alberca (Murcia). A raíz del reciente temporal, esta semana está actuando en Librilla y Ceutí, para retirar árboles caídos y piedras arrastradas, respectivamente; así como en la rambla del Hornillo de Jumilla.
Por ejemplo, a través del Plan E en la rambla cartagenera de Galifa ha actuado para acabar con los cortes de tráfico y la incomunicación de varios pueblos que solía conllevar la inundación de la carretera E-21. El proyecto ha incluido obras como rebajar la rasante de la rambla aguas arriba, colocar tubos de hormigón por debajo de la carretera, hacer muros de hormigón y escollera de piedra y proteger un camino que llega hasta un caserío.