miércoles, 18 de agosto de 2010

El caos llega sin avisar


Meteorología asegura que no activó la alerta en Águilas porque «no esperaba que lloviera tanto»
18.08.10 - 00:42 -
ALICIA NEGRE anegre@laverdad.es ÁGUILAS.

El caos amaneció ayer en Águilas. Y lo hizo sin avisar. Una tormenta sacudió, por sorpresa y en menos de dos horas, los cimientos de la localidad, dejando más de 70 litros por metro cuadrado y cuantiosos daños en casas y vehículos. Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) alertó de la posibilidad de que las lluvias visitasen esta zona del litoral, pero no advirtió de tamaña fuerza. La habitual alerta amarilla llegó tarde. Varias horas después de que el barro engullera Águilas.
El propio director general de Emergencias, Luis Gestoso, manifestó -a preguntas de este diario- su sorpresa ante la inexistencia de un augurio que sí se dio en algunas comunidades vecinas. El delegado de Aemet en Murcia, Fernando Belda, reconoció que el agua caída en Águilas había «superado» la previsión. «La predicción de lluvias moderadas estaba anunciada, pero no teníamos evidencias de que fuera a caer tanta agua, en tan poco tiempo y de forma tan localizada», explicó.
El responsable de Aemet explicó que «este tipo de episodios son muy difíciles de preveer a corto plazo». La alerta amarilla por lluvias no se activó hasta las diez y media de la mañana de ayer, cuando la tormenta ya había descargado. A las siete menos cuarto de la mañana, la tromba de agua sorprendió desprevenidos a vecinos y veraneantes. Aún así, Belda recordó que sí existía una predicción de precipitaciones moderadas, como ocurrió muchos puntos de la Región, en los que el agua no llegó a sobrepasar los 30 litros por metro cuadrado. No sirvió, sin embargo, para prever la que se venía sobre Águilas.
La fuerza de la naturaleza desbordó ramblas, arrastró al mar más de una docena de coches y obligó a evacuar a unas cuarenta personas. Especialmente preocupante fue la situación en las ramblas de Las Culebras y El Charco. En la primera de ellas, el agua desplazó, al menos, once vehículos hasta la playa. La mayoría de estos automóviles estaban aparcados ilegalmente en la rambla. «Uno de los dueños ha tratado de sacar el coche del agua, pero los vecinos han visto el peligro y se lo han impedido. Estaba desesperado», contaba Antonio Reverte, un vecino. A última hora de ayer, ya se había conseguido rescatar del agua siete de estos once coches. El resto estaba oculto bajo el fango.
Diego López es otro de los centenares de vecinos de Águilas que ayer tuvieron que remangarse para achicar el agua que había anegado sus casas. «Me he despertado y he metido los pies en el agua», relataba. El Centro de Coordinación de Emergencias recibió, en pocas horas, más de un centenar de llamadas de vecinos que solicitaban ayuda ante inundaciones en sus sótanos y garajes.
Hasta la zona se desplazaron cerca de medio millar de efectivos pertenecientes a los equipos de emergencias. Bomberos, Protección Civil, emergencias sanitarias, policías locales, Guardia Civil, Cruz Roja... Sobre las diez de la mañana, la Comunidad decretó el nivel 1 de Emergencias y solicitó al Ministerio de Interior la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME). 77 militares se desplazaron hasta Águilas para colaborar en las tareas de ayuda a la localidad. Durante toda la jornada de ayer, la Comunidad y la Delegación del Gobierno se cruzaron notas de prensa en las que remarcaban sus competencias en estas labores. A última hora de la tarde, la Comunidad desactivó el nivel de alerta y prescindió de la ayuda de los militares.
El presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, interrumpió sus vacaciones para acercarse a conocer de primera mano los destrozos en Águilas. Lo hizo sobre las dos de la tarde, acompañado de la consejera de Presidencia, María Pedro Reverte, y el director general de Emergencias, Luis Gestoso. En la visita también le acompañaba la jefa de Demarcación de Costas, Francisca Baraza, y el alcalde de Águilas, Juan Ramírez. «Estamos celebrando que no haya habido víctimas ni daños personales», precisó Valcárcel. Los perjuicios económicos son incontables.