La radiografía más fiel de la Región detecta falta de caudales ecológicos, suelos salinos, sobreexplotación de acuíferos y mucha contaminación por nitratos y pesticidas que atacan las lagunas del Mar Menor, El Hondo y La Mata
Desde el embalse del Cenajo hasta la desembocadura en Guardamar. La cuenca del Segura, y por inclusión la Región de Murcia, padece todas las enfermedades del amplio catálogo de males medioambientales, según se ha puesto al descubierto en la elaboración del nuevo Plan de Cuenca. Los grupos de trabajo han identificado 39 problemas y puntos negros que es preciso atajar en los próximos años, entre los que se incluye la falta de garantías del agua que llega del Tajo y la sobreexplotación generalizada de los acuíferos. Tanto peor es la contaminación por nitratos, pesticidas y nutrientes de zonas y parajes emblemáticos como el Mar Menor, El Albujón y La Mata debido a la actividad agrícola intensiva. La paradoja está en que el río Segura ha rebajado sustancialmente su carga contaminante gracias a la amplia red de depuradoras. Los problemas proceden de la salinidad de las aguas subterráneas y superficiales por los retornos de los riegos en amplias zonas de la cuenca.
Otro de los males que hay que corregir procede de la transformación del territorio, ya que existe una falta de deslinde de la zona de dominio público hidráulico en la mayoría de los ríos que están afectados por la presión urbanística y la actividad agraria. Esta radiografía realizada durante varios años de trabajos impulsados por la Confederación Hidrográfica del Segura es la más actualizada de la franja del Sureste que afecta a cuatro comunidades autónomas y abarca 18.870 kilómetros cuadrados. En este diagnóstico de los problemas del subsuelo, de la superficie y de las aguas subterráneas, continentales y costeras han participado expertos, ayuntamientos, colectivos y usuarios de toda la cuenca.
A perro flaco, todo son pulgas. La selección final de los Temas Importantes de la cuenca del Segura, como así se llama según la nomenclatura del Ministerio de Medio Ambiente, ofrece una foto fija de una cuenca sometida a un elevado estrés hídrico a lo largo de muchos años de intensa actividad humana, agrícola y económica. Su escasez crónica, detectada hace siglos, no hace sino intensificar estos efectos. Los males afectan tanto a las aguas superficiales como subterráneas, aunque no todo son malas noticias porque la tendencia está cambiando en los últimos años debido a una gestión y una labor de policía más eficaz por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura y de la Entidad Regional de Saneamiento y Depuración.
Poco caudal ecológico
La caída en picado de las aportaciones de agua debido al cambio climático -al menos en el territorio de la cuenca- y el consiguiente déficit estructural del Segura tiene una traducción directa en la falta de caudales ecológicos en la mayor parte de los tramos del Segura: desde el embalse del Cenajo hasta la confluencia con el río Mundo, entre Ojós y la Contraparada de Murcia, en los afluentes de la margen derecha (Moratalla, Argos, Quípar y Mula), en el embalse lorquino de Puentes y en la propia desembocadura. Esta última se ha entonado en las últimas semanas gracias al episodio de lluvias.
Al menos en una decena de tramos es notoria la ausencia de caudales. La cuenca está respirando gracias al ciclo húmedo de estos meses, pero oficialmente se encuentra en nivel de prealerta, por lo que alegrías las justas. Científicamente hay que atenerse a las series hidrológicas para analizar las tendencias, y en los nuevos modelos de planificación se eligen los ciclos cortos para evaluar con más rigor los efectos del cambio climático que no eran tan evidentes a mediados del siglo pasado. De esta forma, es difícil predecir y muy arriesgado aventurar que los cinco años de sequía estén llegando a su fin.
Al igual que las plagas y enfermedades que suceden a una catástrofe natural, la escasez de lluvias, el precario suministro de agua y la actividad económica le están pasando factura a los acuíferos y a los suelos, que se están contaminando y salinizando a marchas forzadas. Los suelos no se lavan y los retornos de los riegos hacen el resto.
Nitratos y pesticidas
De esta forma, existe contaminación por nitratos y pesticidas procedentes de las infiltraciones de riegos en las aguas subterráneas del Campo de Cartagena y la Rambla del Albujón, con una incidencia directa en la laguna del Mar Menor. Se ha detectado una disminución de la calidad fisicoquímica de las aguas subterráneas en esta zona. En el Mar Menor resulta evidente la eutrofización, por la acción de los nutrientes, de su masa de agua, ya de por sí sensible a los flujos del Mediterráneo, a la temperatura y sobre todo a la presión humana que se reparte por todo su contorno.
El mismo proceso de eutrofización se produce en las lagunas de La Mata y Torrevieja y en el embalse del Hondo, en Elche, que también está declarado como zona sensible. La contaminación por nitratos alcanza además a las aguas subterráneas de la Vega Baja y el Valle del Guadalentín. La salinización afecta igualmente a los recursos hídricos circulantes por el río Segura a donde llegan los retornos de los riegos.
Acuíferos bajo mínimos
El equipo técnico que ha resumido los problemas de la cuenca dedica otro apartado a las aguas superficiales costeras que entran dentro de la competencias de la Demarcación del Segura, de tal forma que siguen marcadas por la contaminación la dársena de Cartagena y las bahías de Escombreras y de Portmán a causa de la actividad industrial, la producción energética y la eliminación de los estériles de la minería, que llevan más de 25 años esperando una solución que no llega.
Igual de prolijo es el diagnóstico sobre la sobreexplotación generalizada de los acuíferos. Sólo se salva el del Noroeste, que sigue siendo una especie de reserva espiritual a la que sólo se recurre en situaciones de extrema gravedad. Pese a ello, también está tocado. Los acuíferos de Ascoy-Sopalmo, del Altiplano, del Valle del Gualadentín y del sureste de Albacete son los que se encuentran en peor situación.
La medicina y la cirugía que se apliquen a partir de ahora pasa por las polémicas transferencias de agua y medidas de choque que afectarán, aún más, a todos los usuarios.
Desde el embalse del Cenajo hasta la desembocadura en Guardamar. La cuenca del Segura, y por inclusión la Región de Murcia, padece todas las enfermedades del amplio catálogo de males medioambientales, según se ha puesto al descubierto en la elaboración del nuevo Plan de Cuenca. Los grupos de trabajo han identificado 39 problemas y puntos negros que es preciso atajar en los próximos años, entre los que se incluye la falta de garantías del agua que llega del Tajo y la sobreexplotación generalizada de los acuíferos. Tanto peor es la contaminación por nitratos, pesticidas y nutrientes de zonas y parajes emblemáticos como el Mar Menor, El Albujón y La Mata debido a la actividad agrícola intensiva. La paradoja está en que el río Segura ha rebajado sustancialmente su carga contaminante gracias a la amplia red de depuradoras. Los problemas proceden de la salinidad de las aguas subterráneas y superficiales por los retornos de los riegos en amplias zonas de la cuenca.
Otro de los males que hay que corregir procede de la transformación del territorio, ya que existe una falta de deslinde de la zona de dominio público hidráulico en la mayoría de los ríos que están afectados por la presión urbanística y la actividad agraria. Esta radiografía realizada durante varios años de trabajos impulsados por la Confederación Hidrográfica del Segura es la más actualizada de la franja del Sureste que afecta a cuatro comunidades autónomas y abarca 18.870 kilómetros cuadrados. En este diagnóstico de los problemas del subsuelo, de la superficie y de las aguas subterráneas, continentales y costeras han participado expertos, ayuntamientos, colectivos y usuarios de toda la cuenca.
A perro flaco, todo son pulgas. La selección final de los Temas Importantes de la cuenca del Segura, como así se llama según la nomenclatura del Ministerio de Medio Ambiente, ofrece una foto fija de una cuenca sometida a un elevado estrés hídrico a lo largo de muchos años de intensa actividad humana, agrícola y económica. Su escasez crónica, detectada hace siglos, no hace sino intensificar estos efectos. Los males afectan tanto a las aguas superficiales como subterráneas, aunque no todo son malas noticias porque la tendencia está cambiando en los últimos años debido a una gestión y una labor de policía más eficaz por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura y de la Entidad Regional de Saneamiento y Depuración.
Poco caudal ecológico
La caída en picado de las aportaciones de agua debido al cambio climático -al menos en el territorio de la cuenca- y el consiguiente déficit estructural del Segura tiene una traducción directa en la falta de caudales ecológicos en la mayor parte de los tramos del Segura: desde el embalse del Cenajo hasta la confluencia con el río Mundo, entre Ojós y la Contraparada de Murcia, en los afluentes de la margen derecha (Moratalla, Argos, Quípar y Mula), en el embalse lorquino de Puentes y en la propia desembocadura. Esta última se ha entonado en las últimas semanas gracias al episodio de lluvias.
Al menos en una decena de tramos es notoria la ausencia de caudales. La cuenca está respirando gracias al ciclo húmedo de estos meses, pero oficialmente se encuentra en nivel de prealerta, por lo que alegrías las justas. Científicamente hay que atenerse a las series hidrológicas para analizar las tendencias, y en los nuevos modelos de planificación se eligen los ciclos cortos para evaluar con más rigor los efectos del cambio climático que no eran tan evidentes a mediados del siglo pasado. De esta forma, es difícil predecir y muy arriesgado aventurar que los cinco años de sequía estén llegando a su fin.
Al igual que las plagas y enfermedades que suceden a una catástrofe natural, la escasez de lluvias, el precario suministro de agua y la actividad económica le están pasando factura a los acuíferos y a los suelos, que se están contaminando y salinizando a marchas forzadas. Los suelos no se lavan y los retornos de los riegos hacen el resto.
Nitratos y pesticidas
De esta forma, existe contaminación por nitratos y pesticidas procedentes de las infiltraciones de riegos en las aguas subterráneas del Campo de Cartagena y la Rambla del Albujón, con una incidencia directa en la laguna del Mar Menor. Se ha detectado una disminución de la calidad fisicoquímica de las aguas subterráneas en esta zona. En el Mar Menor resulta evidente la eutrofización, por la acción de los nutrientes, de su masa de agua, ya de por sí sensible a los flujos del Mediterráneo, a la temperatura y sobre todo a la presión humana que se reparte por todo su contorno.
El mismo proceso de eutrofización se produce en las lagunas de La Mata y Torrevieja y en el embalse del Hondo, en Elche, que también está declarado como zona sensible. La contaminación por nitratos alcanza además a las aguas subterráneas de la Vega Baja y el Valle del Guadalentín. La salinización afecta igualmente a los recursos hídricos circulantes por el río Segura a donde llegan los retornos de los riegos.
Acuíferos bajo mínimos
El equipo técnico que ha resumido los problemas de la cuenca dedica otro apartado a las aguas superficiales costeras que entran dentro de la competencias de la Demarcación del Segura, de tal forma que siguen marcadas por la contaminación la dársena de Cartagena y las bahías de Escombreras y de Portmán a causa de la actividad industrial, la producción energética y la eliminación de los estériles de la minería, que llevan más de 25 años esperando una solución que no llega.
Igual de prolijo es el diagnóstico sobre la sobreexplotación generalizada de los acuíferos. Sólo se salva el del Noroeste, que sigue siendo una especie de reserva espiritual a la que sólo se recurre en situaciones de extrema gravedad. Pese a ello, también está tocado. Los acuíferos de Ascoy-Sopalmo, del Altiplano, del Valle del Gualadentín y del sureste de Albacete son los que se encuentran en peor situación.
La medicina y la cirugía que se apliquen a partir de ahora pasa por las polémicas transferencias de agua y medidas de choque que afectarán, aún más, a todos los usuarios.